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México y la biomasa: ¿cómo estamos posicionados en el mundo?

  • septiembre 17 2025
  • greenbiomass

En el debate global sobre energías limpias, la biomasa ocupa un lugar estratégico: permite transformar residuos agrícolas, forestales e industriales en energía renovable. Pero, ¿dónde está México dentro de este panorama internacional? La respuesta es matizada: hay avances importantes, pero también un gran potencial aún por aprovechar.

Un crecimiento constante, aunque modesto

En México, la capacidad instalada de bioenergía alcanzó 987 megavatios en 2023, frente a poco más de 400 megavatios en 2010, lo que muestra un crecimiento sostenido en la última década, de acuerdo con un informe de Statista.

Para situarnos en el panorama mundial frente a los gigantes de la biomasa, en 2023, Estados Unidos tenía una capacidad instalada de aproximadamente 13,400 megavatios de biopoder, lo que nos dice que México tiene una capacidad que equivale al 7.4% de la del país vecino.

Y China, el actual líder mundial en generación de energía a partir de la biomasa, cuenta con una capacidad de 31,000 megavatios, de acuerdo con Global Bioenergy Statistics Report. Esta última es la publicación insignia anual de la World Bioenergy Association (WBA), una organización internacional dedicada a promover el uso de la bioenergía como fuente sostenible de energía.

México se encuentra en una posición intermedia a nivel mundial: con recursos abundantes y experiencia agroindustrial, pero con desafíos institucionales y de inversión que frenan su despegue. 

Y, aunque en términos absolutos las cifras nacionales pueden parecer bajas frente a las de estos países, e incluso frente a otros de Latinoamérica como Brasil y Argentina, México se mantiene como un actor regional con infraestructura en expansión.

El problema: un potencial desaprovechado

México es un país con una enorme riqueza agroindustrial y forestal, lo que se traduce en millones de toneladas de residuos que, en gran medida, no se aprovechan para generar energía.

Nuestro país cuenta con una importante superficie forestal y de la industria maderera se generan subproductos como aserrín, corteza y restos de poda. Gran parte termina desechada o con usos de bajo valor, cuando podría ser materia prima para pellets, briquetas o energía térmica en procesos industriales.

El verdadero reto no es la falta de recursos, sino la recolección, transporte y almacenamiento de la biomasa, además de la necesidad de tecnologías modernas (gasificación, biodigestión, cogeneración de alta eficiencia), así como de calderas de alta tecnología para la biomasa, para como las Vyncke. 

Pocas empresas nacionales de biomasa cuentan con los recursos y la tecnología necesaria para convertir los residuos en energía de manera eficiente y a gran escala. La realidad es que la mayoría enfrenta limitaciones de financiamiento, infraestructura y personal especializado, lo que impide aprovechar plenamente el potencial de este sector en México.

Nuestro país, por ende, se encuentra en una posición intermedia en el uso de biomasa: con capacidad para crecer, abundancia de recursos y una historia ligada al aprovechamiento energético de residuos. No es líder global, pero tiene todo para convertirse en uno si logra superar barreras estructurales y apostar con decisión por esta fuente renovable.

La biomasa no es solo energía limpia: es también una oportunidad estratégica para transformar el futuro energético del país.

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